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UN RASTRO AL FUTURO EN EL MUNDO PERDIDO

En los bosques húmedos del sudoeste del Amazonas, los ecologistas siguen las huellas de un explorador hace tiempo desaparecido en un intento por proteger lo que queda de uno de los más grandes paraísos de vida salvaje del mundo.

Washington, D.C. Estados Unidos: En 1925, Percy Fawcett, soldado, explorador y topógrafo, se convirtió en uno de los más grandes enigmas de Sur América. Ese año, el consumado aventurero británico -quien décadas después sería la inspiración de Indiana Jones, el personaje de las películas, desapareció junto con su hijo y otro compañero de aventura. Los tres habían emprendido viaje hacia territorio inexplorado en búsqueda de las ruinas de una antigua ciudad que jamás ha sido hallada.

Nadie sabe a ciencia cierta si Fawcet murió de hambre, o a manos de una tribu hostil, o -como señalaban algunos informes- pasó el resto de su vida en una ciudad subterránea oculta en el estad de Mato Grosso en Brasil. Sin embargo, la suerte de la extensa región deshabitada que lo cautivó no ha quedado en el misterio.

Se trata del extremo sur de una ecorregión que la organización WWF-World Wide Fund for Nature define como los bosques tropicales húmedos del Amazonas suroccidental. Con una extensión superior a las 200.000 millas cuadradas, este territorio cubre áreas del occidente de Brasil, norte de Bolivia, y sudeste del Perú. Este mosaico de bosques, sabanas y ríos serpeantes tropicales constituye uno de los últimos paraísos de vida silvestre en el mundo. La región contiene una de las principales riquezas en biodiversidad del mundo, con su abundancia de peces de agua dulce, aves y mariposas. Allí todavía medran especies animales que ya no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, como el jaguar, el águila harpía, la nutria gigante de río, además de un sinnúmero de primates y guacamayos.

Durante más de 20 años, la organización WWF ha desarrollado actividades en la región, trabajando en colaboración con otras organizaciones con el propósito de crear áreas protegidas y conservar los recursos naturales de la región. En 1973, la labor que desarrolla WWF en Perú, tuvo como resultado la creación del Parque Nacional de Manu, uno de los parques más ricos en diversidad biológica del mundo. Desde esa época, han surgido muchos proyectos animados por el objetivo primordial de salvar estos territorios vírgen invaluables mediante programas de conservación y desarrollo sostenible.

Si bien gran parte del Amazonas suroccidental continua cubierto de bosques, es cada vez más fuerte la presión sobre estos recursos, mientras muchas de las zonas limítrofes, por las que alguna vez Fawcett deambulara, se encuentran amenazadas. Comienzan a hacer su aparición aserraderos y explotaciones mineras, mientras se abren carreteras a través de los bosques, por donde comienzan a afluir los colonos por millares. Las explotaciones agrículas, ganaderas y madereras han comenzado a transformar el que alguna vez fuera un mundo lejano y oculto. Los ríos de la zona, antes puros y cristalinos, arrastran grandes cantidades de mercurio que fluye a sus aguas desde las operaciones de minería del oro en sus cercanías, mientras que la deforestación aguas arriba es culpable del incremento de la sedimentación que afecta sus cauces y la vida acuática.

En gran medida, la fama de Percy Fawcett se debe a haber descubierto y descrito la meseta Huanchaca, en 1910, cuyos extraordinarias características geográficas posteriormente compartiría con sir Arthur Conan Doyle, a quien le referiría con lujo de detalles la meseta y sus murallas de bosques que se erguían a una altura de 1.800 pies sobre los territorios vírgenes circundantes. Es posible que su vívida descripción haya servido de inspiración al escenario infestado de dinosaurios donde transcurre The Lost World, la novela de Conan Doyle.

En la actualidad, y como si nada hubiera cambiado desde los días de Fawcett, la meseta Huanchaca surge altiva sobre los extensos bosques protegidos dentro del Parque Nacional Noel Kempff Mercado, de Bolivia, de 1.6 millones hectáreas de extensión. Sin embargo, no lejos de allí, justo al otro lado de la frontera con Brasil, la escena que se presenta ante nuestros ojos es por completo diferente.

�En tanto en la zona fronteriza boliviana, el parque nacional permite que la meseta Huanchaca y los bosques circundantes permanezcan casi por completo inmunes a la actividad del hombre, sólo basta cruzar el río Verde para encontrar enormes hatos de ganado�, dice Chelsea Specht, Coordinadora Regional de WWF para el Amazonas suroccidental.

En años recientes, taladores furtivos provenientes de zonas cercanas han ingresado al parque dedicándose a la tala ilegal de caoba y otras maderas preciosas. No obstante, estas actividades han disminuido notablemente gracias a la labor de patrullaje y aplicación estricta de las leyes forestales por parte de los vigilantes del parque.

En el río Madidi, en el noroccidente de Bolivia, encontramos una historia semejante: allí, la balsa de Fawcett sorteó sus rápidos y se precipitó a una catarata desde una altura de 20 pies Hoy, el Madidi y sus bosques aledaños continuan siendo un territorio lejano y no existen carreteras en sus cercanías. Sin embargo, justo al este de este territorio, la carretera principal entre La Paz, la ciudad principal de Bolivia, y Riberalta, un pequeño pueblo fronterizo en el nordeste, se ha convertido en canal de comunicación por donde arriban los colonizadores del altiplano a establecerse en el Amazonas, mientras avanza la construcción de una carretera que eventualmente seccionará el parque Nacional Madidi.

Anticipándose a la destrucción potencial del medio ambiente y contando con el respaldo financiero de USAID, WWF ha iniciado un trabajo conjunto con organizaciones locales para crear una especie de cadena de hábitats críticos a lo largo del �Corredor Ecológico Amboro-Madidi�. Este corredor, que cubre una extensión aproximada de cinco millones de hectáreas, conectará áreas donde se desarrollan actividades importantes de tala y caza con zonas protegidas en Bolivia, que se extienden desde el Parque Nacional Amboró, en el sur, hasta el Parque Madidi, en el noroccidente. Posteriormente, este corredor quedará conectado con las áreas protegidas del sudeste de Perú, extendiéndose hasta el Parque Nacional y Reserva de Manu. En tanto WWF y sus asociados trabajan en los lineamientos de un plan de gestión para el corredor, al mismo tiempo tratan de comprometer la participación a largo plazo de organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y terratenientes locales.

Mientras tanto, se realizan trabajos de conservación en el extremo norccidental de Bolivia, en las cercanías del río Acre, donde alguna vez Fawcett mató una anaconda de 62 pies de longitud, según sus palabras -aunque rara vez la anaconda llega a tener más de 20 pies de longitud. Una tribu indígena, los Yaminahua-Machineri, están interesados en trabajar conjuntamente con WWF para crear una estrategia de conservación para la comunidad que dependa de la explotación sostenible de la fauna y la flora locales. Existen planes para establecer una reserva natural donde se desarrollarán actividades de caza controlada y, al mismo tiempo, se protege el hábitat de más de 12 especies de primates.

En otros lugares, WWF está trabajando con la Universidad Amazónica del Pando y con científicos independientes para crear una reserva de primates en un área que ya se ha caracterizado como concesión forestal. El plan consiste en lograr que la compañía maderera esté de acuerdo en que parte de la zona de concesión sea considerada área protegida -la Reserva Tahuamanu de Vida Silvestre- a cambio de asistencia técnica y logística para obtener la certificación de sus productos madereros. Esta certificación le será de gran autilidad no solo para abrir un mayor mercado a la madera que produce la concesión sino para garantizar una gestión sostenible y el menor impacto posible en las áreas de explotación maderera.

A pesar de que los bosques tropicales del mundo y su riqueza en vida silvestre se van agotando con aterradora rapidez, el Amazonas suroccidental continua siendo una región que encierra grandes esperanzas. WWF y sus asociados continuarán trabajando con gran empeño para garantizar que -a diferencia del aventurero que dedicó los últimos años de su vida a su exploración- los bosques de esta región increíblemente rica en diversidad biológica, nunca desaparezcan.

*Howard Youth, periodista especializado en medio ambiente, está radicado en Washington, D.C., Estados Unidos.