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En medio del humo denso y el cielo teñido de naranja por los incendios forestales en la Chiquitanía, el doctor José Luis Mostacedo se enfrenta cada día a una batalla silenciosa. Con más de ocho años trabajando en el programa SAFCI "Mi Salud", ha dedicado su vida a atender a diferentes comunidades chiquitanas, pero desde hace algunos meses ha tenido que redoblar esfuerzos ante el implacable avance del fuego en la zona.
(English below)
“Desde hace algunas semanas, hemos estado entrando a las distintas comunidades afectadas para atender tanto a los comunarios que están luchando por mitigar el fuego como a los bomberos forestales. Llegamos hasta la línea de fuego en motocicleta, solo esperando que nada malo nos sucediera”, recuerda el doctor Mostacedo, con una mezcla de cansancio y determinación en su voz.
Las necesidades son evidentes y las carencias, cada vez mayores. "Los medicamentos se nos están agotando; tenemos poca previsión y, aunque estamos con base en Palmarito de la Frontera, también hacemos atenciones en otras comunidades como Madrecita, que recientemente fue arrasada por el fuego. Las secuelas son evidentes: diarreas, vómitos y enfermedades de la piel por la contaminación se han vuelto el pan de cada día."
Las comunidades San Fernando y Cedro Azul tampoco escapan de esta realidad. El personal médico sigue atendiéndolos, luchando contra enfermedades que persisten mucho después de que las llamas se apagan. "Día a día, vemos cómo niños y ancianos se descompensan rápidamente. Es angustiante."
A pesar de las donaciones recibidas de organizaciones como WWF, APCOB y el hospital local, la demanda supera la oferta. "Agradecemos las donaciones, pero seguimos necesitando más. La cantidad de personas que llegan supera lo que tenemos."
El doctor Mostacedo teme lo que viene después del fuego. “Cuando el fuego se detenga, la contaminación del agua seguirá siendo un problema. Muchas patologías surgirán como consecuencia de ello. Mi recomendación para las comunidades es que acudan a las postas sanitarias. No esperen hasta el último momento. Es importante buscar ayuda médica lo antes posible.”
Recuerda con claridad los incendios de 2019, pero advierte que lo que están viviendo ahora es aún peor. “En 2019, el fuego se veía desde donde estoy sentado, pero el número de personas atendidas no fue tan alto como ahora. Los casos de diarrea y vómitos han sido muchos más. Aquí, con más de 700 personas, hemos atendido a más de la mitad. Y eso que muchos ni siquiera llegan a reportar sus casos.”
Para el doctor Mostacedo, cada día es una lucha constante entre la vida y la devastación, pero su compromiso sigue firme: "Daremos la mano hasta donde podamos, siempre enfocados en la prevención y la atención rápida. No esperemos a que sea demasiado tarde".
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Para más información:
comunicaciones@wwfbolivia.org
In the midst of the thick smoke and the sky tinged orange by the forest fires in Chiquitanía, Dr. José Luis Mostacedo faces a silent battle every day. With more than eight years working in the SAFCI “Mi Salud” program, he has dedicated his life to assisting different Chiquitanian communities, but for the past few months he has had to redouble his efforts in the face of the relentless advance of the fire in the area.
“For some weeks now, we have been entering the different affected communities to attend to both the community members who are struggling to mitigate the fire and the forest firefighters. We got to the fire line by motorcycle, just hoping that nothing bad would happen to us,” recalls Dr. Mostacedo, with a mixture of tiredness and determination in his voice.
The needs are evident and the shortages are increasing. “We are running out of medicines; we have little foresight and, although we are based in Palmarito de la Frontera, we also provide care in other communities such as Madrecita, which was recently devastated by fire. The aftermath is evident: diarrhea, vomiting and skin diseases due to contamination have become our daily bread.”
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